jueves, 21 de enero de 2010


Rodeada de alambres, en un mar de espinos,

Atrapada en juegos, de un loco lunático.

Me muerdo la lengua, cuando no debo,

Y cuando debo, voy y no muerdo la tuya.

Quisiera ser la prisionera de tu cárcel,

Quisiera, entre barrotes, articular tu nombre.

Pero choco mi cabeza contra un muro,

A ver si así recupero la conciencia.

Más tu veneno corre por mi sangre,

Y hace añicos mi quebradiza razón.

Muerde mi cuello con dentellada profunda,

Deja en mí tal huella que jamás pueda borrarla.