tus caricias no podrán guiarme en el camino.
Aunque intente aferrarme a algo que no existe,
negando la verdad que se oculta bajo mi piel,
no podré ignorar esta voz que grita embravecida.
Esa alabanza a la libertad que brota en mi alma,
que tanto tiempo intenté amordazar a la fuerza,
y que ya no puedo borrar de mi cautiva mente.
El dorado sol irrumpe en la cotidiana oscuridad,
para quemar mis ojos con su dolorosa verdad,
y aún ciega, veré quién se oculta tras mi máscara.